Los inversores en crédito se enfrentan a un enigma. Por un lado, el entorno sigue siendo favorable gracias al respaldo fiscal, la política monetaria acomodaticia y la fuerte demanda de esta clase de activos. El notable aumento de la inversión en inteligencia artificial podría sostener el crecimiento económico, mientras que una inflación persistente podría limitar el margen de los bancos centrales para seguir recortando los tipos, manteniendo así unos rendimientos relativamente elevados en 2026.
Por otro lado, las valoraciones en la mayoría de los sectores son exigentes y la volatilidad es inusualmente baja. El crédito sigue siendo vulnerable a posibles ajustes de precios. Y aunque los inversores siguen recibiendo una compensación atractiva por mantener activos de crédito, la mayoría de las oportunidades más claras ya se han agotado. La oleada de beta ha quedado atrás.
Aunque confiamos en que 2026 será otro año de rentabilidad total positiva, el enigma persiste. A nuestro juicio, optimizar la exposición a esta clase de activos en un contexto de posibles cambios significativos exigirá una mayor capacidad de selección y disciplina. A continuación, destacamos las principales fuerzas que conforman un conjunto de oportunidades en rápida evolución y explicamos nuestro enfoque de posicionamiento de cartera para el próximo año.
Atención al comportamiento de las empresas
A medida que el ciclo madura, los matices del comportamiento corporativo y la disciplina en los balances adquieren mayor relevancia. Los balances sólidos y el fácil acceso al capital podrían llevar a los equipos directivos a adoptar estrategias de asignación de capital más agresivas —fusiones y adquisiciones, recompras o mayor apalancamiento—, lo que a su vez podría impulsar un incremento en la emisión de bonos para financiar estas operaciones.
Vigilamos de cerca esta posible gestión más agresiva de los balances, especialmente entre los emisores de mayor calidad. Con valoraciones ajustadas, preferimos reducir la exposición a estos emisores con la idea de añadir posiciones cuando surjan puntos de entrada más atractivos.
El aumento de la dispersión entre sectores y regiones refuerza la importancia de la selección de valores en este entorno. El análisis fundamental exhaustivo y un enfoque disciplinado serán esenciales para proteger el capital y capturar valor relativo a medida que avance el ciclo.
Adaptarse a un panorama crediticio cambiante
El aumento del gasto de capital ligado a la IA está transformando la economía y remodelando el universo crediticio global. Estamos asistiendo a una profunda ampliación de los mercados de crédito, con nuevos emisores y estructuras de financiación innovadoras. A medida que el crédito público y privado asume un papel cada vez más relevante en la financiación de inversiones a gran escala en infraestructura y tecnología, la evolución de la composición del universo crediticio se acelera. Esta tendencia difumina los límites entre la financiación corporativa y la financiación de proyectos, e introduce nuevas complejidades en el análisis del crédito.
Estos avances conllevan riesgos, como la falta de claridad sobre la durabilidad de las inversiones relacionadas con la IA y los desafíos asociados a nuevas estructuras de operaciones. Sin embargo, también generan un conjunto de oportunidades más amplio y rico para inversores activos, orientados al análisis y con conocimientos transversales suficientes para interpretar esta creciente complejidad y saber qué proyectos y emisores pueden generar flujos de caja sostenibles y cuáles podrían tener dificultades a medida que avance el ciclo.
Los mercados de renta fija con grado de inversión han sido, hasta ahora, la principal fuente de financiación, junto con los bonos convertibles globales y el crédito privado. Por el contrario, la emisión vinculada a la IA en el mercado de alto rendimiento de EE. UU. apenas alcanza el 2%. Actualmente observamos con cautela a muchos de esos emisores, ya que creemos que el rápido aumento de capacidad podría derivar en exceso de oferta, rebajas de calificación e incluso impagos. Para los inversores tanto de grado de inversión como de alto rendimiento, esta posible oleada de ángeles caídos podría, en última instancia, ofrecer oportunidades de generación de alfa mediante una cuidadosa selección de valores.
Posicionamiento ante los cambios macroeconómicos y la dispersión
La interacción entre los ciclos económico y crediticio definirá el próximo año. Aunque aún no anticipamos un punto de inflexión en el ciclo del crédito, la divergencia en las políticas monetarias, las preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal y el renovado escrutinio de los criterios de concesión de préstamos podrían generar episodios de volatilidad y revisiones de precios en los mercados de crédito público. Los bancos centrales podrían convertirse en una fuente destacada de volatilidad. Como muestra el gráfico 1, el número de recortes de tipos a nivel mundial ha sido excepcionalmente alto. Si las autoridades continuaran con esta política a pesar de la inflación persistente y del sólido crecimiento nominal, podríamos asistir a un brusco reajuste del mercado, ya que los inversores exigirían primas de riesgo más elevadas.