Esto podría dar mayor margen de acción a los gestores activos, algo difícil de conseguir cuando la renta variable estadounidense de gran capitalización lleva 15 años al alza. Si el régimen anterior era todo beta alta y bajo alfa, en el futuro podríamos ver justo lo contrario: menor correlación, mayor dispersión y, con ello, más oportunidades para que los gestores activos aporten valor.
¿Dónde ampliar el enfoque?
La renta variable europea ha iniciado un cambio de régimen que se ha acelerado recientemente, lo que podría dar lugar a la mayor rotación desde la crisis financiera global y brindar una gran oportunidad.
Aunque, desde un enfoque táctico, la renta variable europea muestra un sesgo alcista debido a su rentabilidad superior en la primera mitad del año, aún presenta valoraciones atractivas en términos absolutos y relativos. Esto genera oportunidades interesantes de diversificación, ya que las perspectivas estructurales de Europa parecen haber mejorado.
Si bien esta transición no está exenta de retos, creemos que los principales beneficiados serán los valores del segmento Value, como bancos, telecos, empresas de defensa, compañías europeas de pequeña capitalización y actores clave en la transición energética con barreras de entrada elevadas, como los operadores de redes. Los principales perjudicados podrían ser los beneficiarios de la globalización y de un entorno de tipos bajos.
La renta variable japonesa se beneficia de varias dinámicas favorables: mayor inversión nacional, activismo accionarial, incrementos salariales y una transición hacia la automatización y la eficiencia. El aumento de los dividendos y las recompras, así como una inflación estructuralmente más alta, también están favoreciendo un entorno más positivo. Si bien esto genera oportunidades cada vez más atractivas en renta variable japonesa, conviene destacar que las reformas fiscales y las medidas de política económica benefician sobre todo a compañías nacionales de pequeña y mediana capitalización.
La prioridad del nuevo régimen por los objetivos nacionales ha favorecido a las empresas más pequeñas, lo que se refleja en el mejor comportamiento de la renta variable de pequeña capitalización en la mayoría de los países, salvo Estados Unidos. A medida que se moderen los efectos negativos de los aranceles sobre la inflación y el crecimiento, las compañías estadounidenses de pequeña capitalización podrían también beneficiarse, especialmente si el crecimiento se amplía. En este escenario, el análisis detallado puede marcar la diferencia, ya que la disparidad, la dispersión y una menor cobertura por parte del «sell side» podrían generar resultados positivos para la gestión activa.
También creemos que, en un entorno más volátil y con menor crecimiento, los llamados «generadores estables de interés compuesto» de calidad —empresas resilientes, con un crecimiento consistente y balances sólidos, ya sean del estilo Growth o Value— atraerán cada vez más a los inversores que buscan rentabilidades más estables.
¿Y ahora qué?
El debate sobre si estamos presenciando el final del excepcionalismo estadounidense podría hacer que los inversores pasen por alto los verdaderos cambios de régimen que ya están en marcha y que afectan directamente a sus carteras. Estamos dejando atrás un periodo caracterizado por una elevada sincronización y correlaciones estrechas, con implicaciones importantes tanto para la generación de oportunidades como para la gestión del riesgo. La debilidad del dólar podría afectar a los activos en USD, lo que acentúa la necesidad de diversificación. A su vez, la renta variable europea y japonesa puede ofrecer oportunidades interesantes. Y lo más importante: los inversores deberían plantearse si su exposición a la renta variable está evolucionando al mismo ritmo que el cambiante entorno de la inversión.