¿Cuándo empieza la deuda a ser insostenible?
El problema se agrava, o se complica notablemente, para los países que pierden la confianza de los mercados. Los responsables políticos de las principales economías han recurrido cada vez más al estímulo fiscal, dando lugar a la mayor flexibilización desde 2010, si excluimos las medidas extraordinarias aplicadas durante la pandemia. La principal conclusión es que una menor integración económica y una política fiscal más intervencionista no solo ejercerán una presión estructural al alza sobre los rendimientos de la renta fija a largo plazo, sino que también generarán ciclos más comprimidos y volátiles. Se espera que la divergencia entre países y regiones se acentúe aún más de aquí a 2026.
EE. UU.
Es probable que la agenda comercial de la Administración Trump siga siendo una fuente considerable de incertidumbre para los inversores globales, especialmente a medida que se acerquen las elecciones de mitad de mandato a finales de año. Todo apunta a que el tramo corto de la curva estadounidense reflejará un tono más moderado, dado que la Fed estará sometida a una renovada presión para continuar con su ciclo de recortes de tipos, a pesar de la mayor expansión fiscal impulsada por la ley «One Big Beautiful Bill». Aunque la demanda de mano de obra ha disminuido, la política migratoria de la Administración ha reducido la oferta, lo que indica que, si bien la presión sobre el mercado laboral se ha incrementado, el empleo debería resistir en 2026. Se observan señales de alerta en algunos segmentos de los mercados de crédito, pero, salvo la aparición de un choque externo importante, no se prevé una recesión, lo que implica que las presiones inflacionistas seguirán siendo elevadas, especialmente si no se materializan las ganancias de productividad. En este escenario, los rendimientos podrían tender al alza, especialmente en el tramo largo de la curva.
Europa
Se prevé que continúe la diferenciación entre países. La persistente inestabilidad política en Francia no solo ha costado al país su calificación AA, sino que también lo hace vulnerable a la preocupación de los inversores globales por la sostenibilidad fiscal y la fragmentación política. Sin una consolidación fiscal creíble o un repunte significativo de la productividad, los países que combinan altos niveles de deuda, grandes déficits y elevados costes de intereses en relación con su crecimiento tendencial, junto con una fuerte dependencia de la financiación exterior, son cada vez más susceptibles a una pérdida repentina de confianza de los mercados. Esta situación probablemente se traducirá en primas por plazo elevadas y en un aumento de los rendimientos nominales, además de acentuar la pendiente de la curva de tipos y ampliar los diferenciales frente a los países considerados fiscalmente responsables. Entre los principales beneficiarios del mayor énfasis en la disciplina fiscal se encuentra Países Bajos, que se perfila como un nuevo referente sin riesgo en la zona euro, mientras Alemania adopta una política fiscal más expansiva. Grecia, España y Portugal, que se vieron en su día afectados por la crisis, también disfrutan de una mayor confianza de los inversores en sus trayectorias fiscales.
Reino Unido
El Reino Unido ha sido tradicionalmente un referente de la tolerancia de los inversores globales hacia países con altos niveles de deuda y una senda poco definida de consolidación fiscal. Asimismo, enfrenta un desafío particular debido a la inflación persistente, que abre un amplio abanico de posibles escenarios, desde una reactivación del crecimiento económico hasta el riesgo de cola de estanflación. Si la inflación no se controla mediante políticas más restrictivas por el lado de la demanda o de la oferta, cabe esperar que los tipos del Reino Unido se mantengan persistentemente por encima de los de sus homólogos europeos.
Japón
Aunque la dinámica interna de la inflación y el sólido crecimiento nominal deberían permitir al Banco de Japón continuar con la subida de los tipos oficiales, es probable que los mantenga sin cambios hasta contar con mayor visibilidad sobre la política fiscal. Nuestra perspectiva estructural apunta a rendimientos a corto plazo más altos y a un yen más fuerte, aunque este escenario solo se materializará si disminuye la incertidumbre.
Las formas cambiantes de las curvas de tipos
Desde los mínimos alcanzados en 2023, las primas por plazo han aumentado en múltiples mercados a medida que las curvas de tipos se normalizan y los inversores exigen una mayor compensación por mantener bonos a largo plazo, como refleja el gráfico 2.