Mantenemos una visión positiva sobre la inteligencia artificial, ya que las fuertes inversiones que se están realizando ofrecen un impulso a corto plazo a la economía y podrían traducirse en mejoras de productividad más significativas a largo plazo. A pesar del volumen de inversión, las principales compañías tecnológicas han logrado generar sólidos flujos de caja y mantener márgenes elevados.
¿Por qué, entonces, no adoptamos una postura aún más optimista? Porque las valoraciones han aumentado, sobre todo en los mercados no estadounidenses, donde el crecimiento de los beneficios es más débil. Además, persiste una elevada incertidumbre política en varios frentes, tanto en Estados Unidos como en otros países, entre los que se incluyen la sostenibilidad fiscal, la independencia de la política monetaria y las políticas regulatorias e industriales.
Hemos pasado de una ligera infraponderación a una moderada sobreponderación en renta variable estadounidense. Aunque las subidas se han concentrado en un grupo relativamente reducido de compañías de megacapitalización y líderes en inteligencia artificial, observamos señales de una recuperación más amplia del beneficio por acción, ya que los recortes de tipos por parte de la Reserva Federal favorecen a las empresas de pequeña capitalización y a los segmentos de valor. Asimismo, la posible reducción del impuesto de sociedades, el aumento de la inversión, las mejoras en productividad y la desregulación podrían servir de estímulo a los valores más rezagados. En nuestra opinión, cualquier ampliación del mercado sería un factor positivo. Si bien las valoraciones son elevadas, se corresponden con una alta rentabilidad sobre el capital y los beneficios siguen mostrando solidez. En el plano de los beneficios, Estados Unidos se sitúa claramente por delante de otras regiones, con una notable recuperación tanto en el número como en la amplitud de las revisiones al alza.
Mantenemos una moderada sobreponderación en renta variable japonesa. Las reformas de gobernanza corporativa y las reestructuraciones empresariales continúan actuando como catalizador, mientras que las recompras de acciones se encuentran en máximos históricos —y continúan en ascenso—. Combinadas con un rendimiento de los dividendos relativamente alto, estas medidas se traducen en una rentabilidad total en efectivo significativa para los accionistas. Este contexto ha atraído de nuevo a los inversores extranjeros, que pasaron de ser vendedores a compradores netos a mediados del segundo trimestre. Aun así, el posicionamiento aún ofrece cierto margen. A nivel macro, la actual fase de reflación es un factor positivo para la renta variable japonesa. Pese al sólido crecimiento del PIB nominal, la política monetaria continúa siendo acomodaticia, incluso ante la posibilidad de una subida de tipos a finales de año. Las valoraciones se han vuelto menos atractivas tras la revalorización que ha experimentado el mercado en los últimos meses.
Hemos reducido de neutral a moderadamente infraponderada nuestra posición en Europa (ex-Reino Unido) y en el Reino Unido, principalmente por el deterioro de las perspectivas de beneficios empresariales. El estancamiento de los beneficios sugiere que las recientes ganancias en Europa (ex-Reino Unido) han estado impulsadas por las valoraciones, lo que indica que la región ya no está barata ni resulta especialmente atractiva. Las previsiones de beneficios por acción para 2025 y 2026 aún no se han recuperado, y tanto Europa (ex-Reino Unido) como el Reino Unido muestran retrasos en las revisiones y una menor amplitud entre las compañías. Aunque existen motivos para el optimismo en torno al apoyo fiscal alemán —que debería beneficiar a determinados segmentos del mercado, como las pequeñas y medianas empresas alemanas, la defensa y las infraestructuras—, consideramos que el impacto general en el conjunto del mercado será limitado. Asimismo, observamos una brecha cada vez mayor entre los países periféricos, con unos fundamentales macroeconómicos más sólidos, y los del núcleo europeo, que afrontan dificultades en sectores clave —como el del automóvil— y el efecto de la fortaleza del euro en las industrias exportadoras. Por su parte, el Reino Unido sufre por la falta de exposición al sector tecnológico y su elevada dependencia de la economía y las políticas nacionales. Aunque en los últimos meses los beneficios mostraron cierta recuperación, han vuelto a debilitarse recientemente.
Mantenemos una postura neutral respecto a los mercados emergentes, especialmente tras el intenso repunte impulsado por la expansión de las valoraciones. La bajada de los tipos de interés en EE. UU., la debilidad del dólar y el mayor apetito por el riesgo constituyen factores favorables para estos mercados. Sin embargo, buena parte de la recuperación responde al sentimiento positivo, más que a una mejora real de los beneficios. Ni siquiera en China se aprecia una mejora de los fundamentales macroeconómicos o de los beneficios, aunque el optimismo en torno a la inteligencia artificial y la innovación tecnológica parece, en parte, justificado.
En cuanto a los sectores, nuestras decisiones se basan en diversos factores —ya sean de beneficios, técnicos o de valoración—, más que en una temática general dominante. Sobreponderamos los sectores de comunicaciones, bienes de consumo básico y utilities, e infraponderamos materiales, atención sanitaria e industria. Mantenemos una posición neutral en tecnología y servicios financieros.