A continuación, determine sus necesidades de rentabilidad extraordinaria
Las exigencias de rentabilidad extraordinaria —junto con la cuantía de la prima ofrecida— pueden ayudarle a fijar el límite inferior de la asignación a activos privados. En esta fase donde se determina el tamaño de la exposición se pretende analizar si el inversor puede lograr sus objetivos sin asumir la iliquidez y la complejidad de los activos privados. Si una cartera requiere una mayor rentabilidad, parece probable que el inversor tendrá que elevar el riesgo, y es aquí donde entran en juego los activos privados y su potencial de rentabilidad-riesgo vinculado a la iliquidez. Para racionalizar una inversión en activos privados, es preciso que el inversor crea que la prima de rentabilidad ajustada al riesgo, además de existir, se mantendrá en el tiempo y puede materializarse. Las estimaciones de las primas de rentabilidad de los activos privados van desde el 2% hasta el 6% o incluso más, según el horizonte temporal, la clase de subactivo —capital riesgo, empresas en fase avanzada de crecimiento o «late-stage growth» o deuda privada con grado de inversión, entre otros— y la metodología empleada.
Por lo tanto, los inversores privados prudentes habrán de evaluar cómo configuran las ponderaciones de su inversión y el equilibro entre los riesgos de mercado y de iliquidez a partir de las diferentes hipótesis de primas. La ponderación conjunta de estos factores puede servir para determinar la exposición mínima al mercado privado necesaria para cumplir los objetivos de la cartera.
Por último, decida cómo aplicará su estrategia y elija a los gestores
Cuando el inversor haya establecido los límites inferior y superior de su inversión en activos privados considerando la necesidad de rentabilidades extraordinarias y la tolerancia a la iliquidez, respectivamente, será el momento de ocuparse de la ejecución.
Cabe señalar en este punto que el abanico de resultados de la inversión en mercados privados puede variar de forma considerable en función de la selección de gestores y estrategias. El número de opciones de inversión disponible, el acceso a los gestores con mejores resultados relativos y la magnitud de los recursos de los gestores influirán en el éxito o el fracaso de la inversión privada.
Elegir un «buen» gestor puede convertirse en una tarea subjetiva y complicada. Aún más si se pretende hacer de forma sistemática para mantener en el tiempo la exposición al mercado privado. En nuestra opinión, los gestores sólidos, capaces de ofrecer primas de rentabilidad atractivas, son los que disponen de amplios recursos y análisis exhaustivos y mantienen la disciplina a largo plazo con independencia de las convulsiones pasajeras del mercado o los problemas de liquidez.
Entonces, ¿cuánto debe invertir? Depende
No existe una respuesta única a la pregunta de en qué medida debe exponerse a inversiones privadas. Por un lado, las inversiones privadas tienden a ser más complicadas e ilíquidas y a estar más reguladas que sus homólogas de los mercados públicos. Por otro, tienen el potencial de generar rentabilidades atractivas y diversificar las carteras. Encontrar el equilibrio entre estas variables dependerá de los objetivos individuales de la inversión y de la tolerancia al riesgo. Bajo nuestro punto de vista, además, el éxito de la inversión se relaciona con la ejecución y la selección de los gestores.