Un recordatorio de las clases de química
En los últimos meses se ha debatido en los mercados la importancia estratégica de los minerales críticos, pero no lo suficiente.
Para los analistas que, como yo, seguimos con detalle los pormenores de la creciente rivalidad entre las grandes potencias, los minerales críticos son una de las variables más relevantes que merecen nuestra atención actualmente y en el futuro. ¿Por qué? Estos factores económicos clave son un factor decisivo en la evolución del actual orden geopolítico, que se está fragmentando a gran velocidad. El acceso a los minerales críticos y su control podrían determinar la evolución de los mercados internacionales, los flujos comerciales, las cadenas de suministro, las políticas de seguridad nacionales y otros aspectos macroeconómicos, como la inflación, los tipos de interés y la futura política monetaria.
La transición hacia este nuevo orden mundial —y si esta se lleva a cabo de forma pacífica o con serios conflictos geopolíticos, políticos, militares y de mercado— dependerá de un puñado de elementos en los que la mayoría no hemos pensado desde las clases de química de secundaria.
Sin estos minerales críticos concretos no es posible producir automóviles —en particular, los eléctricos—, aviones, semiconductores, turbinas eólicas, paneles solares y baterías; por no hablar de sistemas militares y armamentísticos tan vitales como los satélites de comunicación, los drones de combate y vigilancia, los sistemas de guiado de precisión para misiles, los radares de alta frecuencia y muchísimas otras aplicaciones más.
En resumen, los minerales críticos importan mucho. Y hoy China los controla casi todos.
La creciente influencia geopolítica de China
Durante décadas, los líderes chinos previeron y planificaron este trascendental cuello de botella industrial, en el que Pekín ocupa una posición dominante.
Para llegar a este punto, el Gobierno puso en marcha una serie de planes quinquenales para el sector, que iban desde la toma de participaciones mayoritarias respaldadas por el Estado en minas de África, Sudamérica y el Sudeste Asiático hasta grandes inversiones en la fase intermedia de la transformación de los minerales. Los planes han funcionado, y hoy China ostenta un control cuasimonopolístico del mercado de minerales críticos. De hecho, Pekín acapara alrededor del 70% de la oferta global de minerales críticos, con un porcentaje aun mayor en el procesamiento y refinado.
Este dominio del mercado resulta muy problemático para la seguridad nacional de Estados Unidos porque, sencillamente, es imposible contar con un ejército moderno sin esos minerales críticos. Este hecho no pasa desapercibido para el Pentágono, que se siente peligrosamente vulnerable a los problemas de la cadena de suministro del sector, en particular por lo que respecta a los sistemas esenciales de todas las fuerzas militares del país.
No es de extrañar, que China haya utilizado esta enorme ventaja geoestratégica como baza en las negociaciones comerciales con Estados Unidos. Como respuesta a los nuevos anuncios de aranceles de Washington, Pekín introdujo cambios sustanciales en su política de exportación de minerales críticos, entre otros:
- La imposición de nuevos requisitos en materia de licencias para adquirir minerales críticos chinos
- Restricciones adicionales sobre determinados equipos de procesamiento de tierras raras y conocimientos técnicos
- Más prohibiciones sobre los usos finales de esas exportaciones chinas, en particular en el sector militar y otros sectores «sensibles»
En la medida en que afectaban a la seguridad y la economía nacionales, esas decisiones molestaron a la Administración de Trump, que no tardó en amenazar con reabrir la guerra comercial entre ambas superpotencias. Estos últimos acontecimientos políticos demuestran cómo los minerales críticos configurarán la rivalidad Estados Unidos-China en los próximos meses y años en los ámbitos económico, diplomático y, sobre todo, militar.
Implicaciones para la inversión
Dada la magnitud de lo que está en juego, los asuntos comentados de seguridad nacional y económica impulsarán las medidas políticas, lo que dará paso a un nuevo equilibrio entre riesgos y oportunidades para los inversores.
En primer lugar, es probable que las últimas exigencias de China sirvan de incentivo para que Estados Unidos y sus aliados (Canadá, Australia y otros países) pisen el acelerador en la mejora de sus propias capacidades de producción y procesamiento de minerales críticos. Pero esto es un proyecto a largo plazo y supondrá un considerable gasto de capital y recursos políticos nacionales. Entretanto, no cabe duda de que Pekín buscará constantemente oportunidades para alterar su relación con Washington de forma que sea más favorable a China.
A corto y medio plazo, también parece probable que la ventaja del Gobierno chino haga avanzar a marchas forzadas la política exterior estadounidense hacia un planteamiento más transaccional, que reconfigurará las cadenas de suministro en todo el mundo al tiempo que producirá continuas fricciones con Pekín.
Debemos esperar, por lo tanto, un mayor proteccionismo político y promoción de este sector vital en paralelo a los esfuerzos continuos en materia de:
- Semiconductores
- Biotecnología
- Robótica y automatización
- Inteligencia artificial
- Computación cuántica
- En definitiva, tecnologías emergentes en primera línea de la rivalidad entre las grandes potencias, muchas de las cuales requieren aportaciones sustanciales de minerales críticos.
También es de esperar que esta transformación produzca ganadores y perdedores en el mercado a escala regional, nacional, industrial y corporativa. Esto puede suponer una ventaja para las estrategias de gestión activa, en particular las long/short. La nueva dinámica también podría brindar oportunidades en los mercados privados, sobre todo porque en este ámbito existen muchas empresas tecnológicas emergentes.
Por último, desde la perspectiva de la asignación de activos, el creciente protagonismo de los minerales críticos en los escenarios macroeconómico y geopolítico debería actuar como un catalizador a largo plazo para varias materias primas y temas de descarbonización. Cabe la posibilidad asimismo de que, desde la política, se creen revulsivos para prestar apoyo a los temas tradicionales de defensa, innovaciones militares y resiliencia frente al clima, a medida que la seguridad nacional se convierta en una variable aún más importante en el panorama de la inversión mundial.