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Transición energética en Asia emergente: ¿preparados para el gran salto?

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2024-05-31
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Los puntos de vista expresados en el presente documento son los de sus autores en el momento de su redacción. Otros equipos pueden tener diferentes puntos de vista y tomar diferentes decisiones de inversión. El valor de su inversión puede pasar a ser mayor o menor con respecto al momento de la inversión original. Aunque los datos externos utilizados se consideran fiables, no se garantiza su exactitud. Destinado exclusivamente a inversores profesionales, institucionales o acreditados.

Si bien todas las regiones del mundo sentirán los efectos del cambio climático, para los países emergentes asiáticos los retos son enormes, ya que, con más del 80 % de la población mundial, son responsables del 50 % de las emisiones de gases de efecto invernadero1. Por su parte, el continente en su conjunto tendrá que lidiar con el aumento de las amenazas físicas asociadas al clima y con los enormes costes de la descarbonización necesaria para gestionar los riesgos de la transición climática.

Muchos gobiernos asiáticos, conscientes de los retos climáticos que tienen por delante, se han comprometido a poner en marcha medidas de mitigación de los riesgos (Figura 1). China, por ejemplo, aspira a conseguir la neutralidad de carbono en 2060, mientras que India y Vietnam se han fijado 2070 y 2050, respectivamente, para lograr cero emisiones netas. Para los países emergentes asiáticos, la consecución de sus objetivos significará reducir drásticamente las emisiones a la vez que mantienen el crecimiento económico, lo que representa un desafío aún mayor, pues ambos propósitos han sido incompatibles históricamente.

Figura 1
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El proceso de descarbonización de Asia, sembrado de dificultades, no solo debería reducir los riesgos de la transición, sino también generar oportunidades de inversión interesantes a medio y largo plazo en todos los sectores. El paso hacia una economía con bajas emisiones de carbono permitirá a los países «saltarse» el desarrollo energético tradicional con la implantación de sistemas basados en energías renovables eficientes, resilientes y considerablemente más económicos que los que emplean combustibles fósiles. Con el tiempo, este salto podría acelerar la capacidad de los países asiáticos emergentes de desvincular las emisiones de CO2 y el consumo de energía del crecimiento económico, con los potenciales efectos transformadores que ello tendría.

Reducir la intensidad energética

Aunque la finalidad de la transición energética es limitar las emisiones de carbono, en la mayoría de los países este proceso comienza con la reducción de la intensidad energética —es decir, la relación entre el consumo energético y el PIB—, sobre todo por medio de la mejora de la eficiencia energética. En la actualidad, los avances conseguidos en este ámbito en algunas economías desarrolladas e industrializadas han permitido disminuir tanto la intensidad energética como el consumo de energía en términos absolutos. Fruto de ello, países como Estados Unidos y Suecia ya han empezado a desligar el crecimiento de la utilización de energía (Figura 2).

Figura 2
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En los países emergentes asiáticos que más crecen, el consumo energético sigue en niveles altos (Figura 3), al igual que la producción y la intensidad de carbono. Al ritmo que avanza la industrialización, la urbanización y la población, es probable que el PIB de estos países siga dependiendo enormemente de la energía durante bastante tiempo. De hecho, en Vietnam, Malasia y Tailandia, con cada vez mayor protagonismo como «fábricas del mundo» en detrimento de China debido al cambio de tendencia en las cadenas de suministro, el consumo energético aumenta más que el PIB. Y, puesto que reducir el consumo energético absoluto en esta fase de desarrollo de un país resulta poco práctico —si no imposible—, esperamos más inversiones en el conjunto de los países asiáticos emergentes para que disminuyan la intensidad energética por medio de una mejora de la eficiencia.

Inversiones necesarias para impulsar la eficiencia energética:

  • edificios inteligentes;
  • contadores y sensores digitales;
  • ventanas, bombillas y electrodomésticos energéticamente eficientes.
Figura 3
En los países del Asia emergente, el PIB sigue vinculado al consumo energético

Reducir la intensidad de carbono

Si bien es cierto que el proceso de transición energética está más avanzado en muchos mercados desarrollados gracias a la mejora de la eficiencia y al mayor peso de las renovables en sus matrices energéticas, los datos revelan que en los mercados emergentes podría estar avanzando a un mayor ritmo. Los recientes progresos de China, así como las presiones sociales y geopolíticas en el conjunto del Asia emergente, indican que estos mercados podrán rebajar la intensidad de carbono de sus economías más rápido de lo que se ha hecho en el mundo desarrollado. Como se aprecia en el gráfico a la izquierda de la Figura 4, el «milagro» económico chino de los últimos veinte años ha venido acompañado de un fuerte incremento de la demanda de energía. No sería de extrañar, pues, que, a medida que India alcance a China y otros países emergentes de Asia intensifiquen su desarrollo, este crecimiento impulse repuntes similares en el consumo energético. Sin embargo, tras años mejorando la eficiencia y utilizando energías renovables, China ha empezado a desvincular el crecimiento de las emisiones de carbono pese al continuo aumento del uso de energía (gráfico a la izquierda, Figura 4).

Figura 4
China ha empezado a desvincular el PIB de las emisiones de carbono

El cambio de tendencia en las emisiones de CO2 de China nos permite ser optimistas respecto a la posibilidad de que India y otros países del continente puedan iniciar la descarbonización de su producción energética en relación con el PIB —aún en niveles relativamente bajos— y desligar las emisiones del crecimiento antes de que su demanda energética alcance su punto máximo. No será un proceso sencillo o barato en ningún caso, pero podría ocurrir antes de lo esperado, dado el potencial de los países en desarrollo para saltar de un sistema dependiente de los combustibles fósiles directamente a las renovables, con los sustanciosos ahorros a medio y largo plazo que ello conlleva.

Inversiones necesarias para impulsar la descarbonización:

  • vehículos eléctricos (coches, camiones y patinetes);
  • electrificación de la red eléctrica;
  • producción limpia de acero y cemento;
  • minerales y minería.

Evaluación de los riesgos de transición energética en las emisiones de deuda pública de los mercados emergentes

Nuestro modelo de evaluación de riesgos ASG de deuda pública comprende factores ambientales, sociales y de gobernanza. En el contexto climático, analizamos los riesgos físicos y de transición para determinar la exposición potencial a efectos financieramente significativos y conocer las medidas de mitigación de los Gobiernos. Tratamos de comprender las posibles repercusiones en los rendimientos de los bonos soberanos, que podrían afectar al valor de las carteras que gestionamos en nombre de nuestros clientes.

A la hora de evaluar los riesgos de transición, distinguimos entre indicadores de oferta y de demanda. Mientras que en el análisis del riesgo de oferta tenemos en cuenta las exportaciones de combustibles fósiles y la preparación para la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, en el de demanda recogemos la variación de las emisiones por PIB en los últimos cinco años. Evaluamos, por tanto, los niveles actuales y su evolución, sirviéndonos de datos cuantitativos para sustentar nuestra perspectiva: trayectoria positiva, neutra o negativa. Por ejemplo, los mercados emergentes que están eliminando progresivamente el carbón por medio de los llamados combustibles puente, como el gas natural licuado, suelen calificarse de «positivos», mientras que aquellos sin planes de transición o avances son «negativos». Disponemos, asimismo, de un modelo independiente para evaluar la capacidad y la voluntad de los Gobiernos de afrontar los riesgos de transición y mantenemos contactos periódicos con los emisores de bonos soberanos.

El efecto potencialmente transformador de una transición rápida

En las últimas décadas, muchos países en desarrollo han pasado directamente a desplegar redes de telecomunicaciones móviles y de servicios financieros descentralizados basados en tecnología digital, obviando por completo la construcción de redes de telefonía fija y de bancos físicos. Este rápido avance cabe atribuirlo a la curva de costes de la electrónica, ya que, a medida que la capacidad de procesamiento necesaria para hacer funcionar los dispositivos móviles se volvía más rápida y eficiente, sus costes asociados disminuían. Esta analogía sirve igualmente para las energías renovables frente a los combustibles fósiles:

el coste actual de generar energía a partir de hidrocarburos —carbón, gas y petróleo— es aproximadamente el mismo que hace 150 años, en términos ajustados a la inflación. Se han producido enormes avances tecnológicos en la perforación, extracción y generación de energía, pero, como los combustibles fósiles son un recurso finito, se agotan conforme se extraen, por lo que sus precios siguen siendo altos. En cambio, la curva de costes de las tecnologías renovables es radicalmente distinta por dos razones: en primer lugar, sus fuentes de energía —entre otras, el sol y el viento— son infinitas; en segundo lugar, son modulares y pueden aprovechar las economías de alcance y escala. En la última década, los costes de producción de la energía solar y eólica han descendido un 89 % y un 70 %, respectivamente2, y es probable que sigan haciéndolo de la mano de la mejora de las tecnologías asociadas y de la aceleración de su introducción en el mercado.

Los beneficios económicos a medio y largo plazo del salto abismal hacia la descarbonización —sobre todo en los países que en la actualidad no consumen mucha energía— podrían ser transformadores. Para los economistas, las infraestructuras energéticas son una tecnología de uso general, con numerosas aplicaciones. La transición energética, junto con los avances paralelos en comunicaciones, procesamiento de datos e inteligencia artificial, podría dar paso a una transformación económica a medio plazo difícil de imaginar hoy en día. En el futuro, la industrialización podría verse impulsada por sistemas energéticos basados en fuentes de baja emisión de carbono cuyos costes disminuirían con el aumento de la escala.

Conclusiones

La transición energética está dando sus primeros pasos en los mercados asiáticos emergentes con ritmos dispares. Las oportunidades de inversión actuales se concentran en sectores relacionados directamente con la descarbonización, en particular las energías renovables, los suministros públicos y la red eléctrica, los vehículos eléctricos, y actividades adyacentes como la minería y el refinado de materias primas esenciales. En cuanto la transición cobre impulso, las oportunidades deberían extenderse a más sectores, como la construcción, el transporte, la producción industrial y la agricultura. Con el tiempo, esperamos que la descarbonización sea un proyecto que implique a la economía en su conjunto. A medida que los países en rápido proceso de industrialización se den cuenta de sus beneficios económicos tangibles —además de cumplir los compromisos nacionales de cero emisiones netas—, se acelerará casi con toda seguridad el ritmo de la transición energética.

Las inversiones en adaptación y resiliencia son necesarias para detener los efectos climáticos físicos, pero la solución estructural para mitigar los riesgos asociados es que los países emitan cada vez menos gases de efecto invernadero que atrapan el calor y aceleren a gran escala la puesta en marcha de medidas de eliminación y almacenamiento de carbono. En los países del mundo en desarrollo como los del Asia emergente, la clave es reducir la intensidad de carbono sin hacer mella en el crecimiento y el desarrollo económicos.


 1«Now 8 billion and counting: Where the world’s population has grown most and why that matters» (‘Ahora 8000 millones y subiendo: ¿dónde ha crecido más la población mundial y por qué es importante?’, en inglés), UNCTAD, noviembre de 2022; «Who emits the most CO2?» (‘¿Quién emite más CO2?’, en inglés), Our World in Data, 2017; ClimateWatch | 2Ritchie, H. et al. «Renewable Energy: The price decline of electricity from renewable energy sources» (‘El descenso del precio de la electricidad procedente de fuentes de energías renovables’, en inglés), Our World in Data. | Datos de 2019.

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